sábado, 23 de agosto de 2008


Precandidato del PRD

Víctor Manuel Castro Cosio; deja estela de corrupción

*El ex alcalde Víctor Castro Cosío deja estela de corrupción, satura colonias de licorerías, desaparece documentación oficial, pagó miles de pesos en servicios especiales a regidores y funcionarios, hizo contubernios con extranjeros y lo peor…traicionó a los integrantes de la Red 7 de Febrero y jamás exigió el esclarecimiento del crimen del Comandante General, Manuel Ceseña.

La Paz, BCS.- Un gobierno de pura pose fue lo que caracterizó al XII Ayuntamiento de La Paz llevado de la mano del profesor Víctor Castro Cosio, calificado por la ciudadanía, ex funcionarios y perredistas, como “el peor de todos”.
En su política demagógica presumió, pero también abusó de las palabras honestidad, transparencia, cabalidad y cero tolerancia a la corrupción, pero de todo esto se fue armando y llevó a la administración municipal a generar una de las más negras páginas de la historia de los ayuntamientos locales.
Fueron regidores de la oposición como Martin Inzunza Tamayo, a quién llenó a manos llenas sus bolsillos con pagos exorbitantes, siendo que en solo un mes no solamente percibía su sueldo, sino prestaciones y compensaciones que llegaron a oscilar los 80 mil pesos.
Otros regidores que también se beneficiaron con la “bondad” del entonces alcalde paceño fueron el edil del PVEM, Francisco López Romero, la priísta Fernanda Marisol Villarreal, así como Jorge Gabino Espinoza, que en las sesiones de Cabildo mostraban una máscara en pro de la comunidad, pero en la Tesorería Municipal, revelaba su algarabía.
En un solo mes, las arcas municipales entregaron a unos cuantos regidores y funcionarios de la más amplia confianza del alcalde, más de medio millón de pesos.
Castro Cosío se animó a todo: comprarle vehículos a regidores del PRD, como José María Hernández Manríquez, del PT como Raúl Ramírez Águila, así como a empleados de Inspección Fiscal y de Oficialía Mayor, incluso al ex senador, Ricardo Gerardo Higuera.
Sostuvo en la nómina a Agustín Zamora, brazo derecho del dirigente de gastronómicos en La Paz, Arturo Torres, y quien fuera enlace durante la huelga en el hotel Los Arcos, cuando el empresario Luis Coppola pretendía la gubernatura del estado.
Luego de no contar, primeramente, con el respaldo de ciertos regidores se animó a proponer el incremento al servicio colectivo de transporte urbano, siendo que este gremio no cumplió, hasta la fecha, con el acuerdo para justificar el impacto a los bolsillos de la ciudadanía.
El gusto por el dinero se volvía dulce, pues el negocio de la venta de permisos para venta y consumo de alcohol, así como las reubicaciones fue tal que no permitieron complicidades y de tajo borraron los Consejos Municipales de Giros Restringidos.
La Paz se volvió tierra absoluta de las marcas Modelorama y Tecate, en casi todas las esquinas dominan, y tan grave se volvió el asunto que Inspección Fiscal elaboró un padrón “caliente” que al final de la administración tuvieron que desaparecer, no sin antes, aprobar en forma sospechosa licencias y permisos a granel, que hoy suman casi mil 500 licencias.
Un total de 12 cajas con expedientes de licencias y con documentación del padrón fueron sacadas de las oficinas de la Coordinación de Inspección Fiscal, en el transcurso del mediodía y nadie supo el destino.
Pero esto no fue lo único lamentable, pues luego de que “por chismes” echó de su gabinete a su primer coordinador de Inspección Fiscal, al profesor Juan Antonio Flores, así como a uno de sus inspectores, por ser visto saliendo a altas horas de la noche del antro Las Varitas, el asunto fue exhibido en todos los medios.
Regidores y alcalde no guardaron las formas y se animaron a violentar el Reglamento Municipal sobre las sesiones privadas, pues “abrieron” la sesión a los medios de comunicación para “catapultar” de Atención Ciudadana, a Luis Sánchez, quien tuvo problemas con las regidoras Fernanda Villarreal y Silvia Puppo, ya que el funcionario no respondió a sus peticiones políticas.
Mientras que se “enorgullecía” de su patriotismo permitió que el extranjero Frank Rosse Massocco hiciera lo que quisiera en el supuesto fraccionamiento Lomas del Centenario (siendo que presenta serias demandas), lugar en donde el ítalo norteamericano les presta una fastuosa residencia para las reuniones sociales de este tipo de funcionarios, y por otro lado, no le importó un amparo federal para atacar la privacidad de la empresa Desarrollo La Ventana, en el poblado de El Sargento.
El entonces presidente municipal también registró un bochornoso problema financiero, pues cuando su tesorero fue Armando Cota, hoy diputado, tomaron recursos federales del FONHAPO para pagar la nómina en un claro desvío de recursos y la Auditoría Superior de la Federación exigió la reparación del daño, incluso fue suficiente para que el Congreso del Estado frenara las intenciones del tesorero en su ánimo de ser candidato a alcalde.
Mientras que las calles vomitaban basura, no encontraban banquetas y los arroyos se congestionaron de neumáticos, restos de quelonios, restos de computadoras, vasos de vidrios, y osamentas, Castro Cosio adquiría terrenos en Todos Santos, y ampliaba su residencia-palapa en El Centenario, a unos metros de donde Decope construía Las Ventanas de La Paz, pese a la resistencia de los vecinos de El Centenario.
El golpe más crítico lo dio en contra de su grupo: La Red 7 de Febrero.
Mientras que los perredistas se perfilaban para apoyar a Alejandro Encinas para dirigir al PRD a nivel nacional, Castro Cosio así lo manifestaba públicamente: estoy con Encinas, y así lo juró a los integrantes de la afamada Red. Solo días previos a la elección, donde la contraparte de Encinas lo fue Jesús Ortega, el llamado “Pucha” dio un tremendo golpe de timón y en junta con sus más fervientes seguidores ordenó apoyar al líder moral de la Nueva Izquierda. Los integrantes de la Red 7 de Febrero pasaron del asombro a las lágrimas, pero el alcalde pasaría de la mediocridad a la tumba, pues su despedida de Palacio Municipal la hizo solo, nadie de su equipo estuvo con él mientras que caminó por el pasillo.
Se desnudó el problema y enfrentamientos con trabajadores del Sindicato así como con policías perdiendo su área jurídica todos los casos solamente por caprichos de Castro Cosío, incluso obtuvo un amparo federal para no pagar un convenio a un empleado, documento signado por él mismos y los dirigentes del Sindicato de Burócratas.
El trienio de Víctor Castro fue un universo de robos y asaltos, afectándose residencias y vehículos, pero también de un impresionante registro de accidentes vehiculares ya que no hubo orden en la corporación policiaca ante la tibieza para atender las problemáticas por parte de Francisco Javier Álvarez Marrón.
Quedaban los problemas del titular de Asentamientos Humanos y Obras Públicas, José Manuel Haro, así como la desaparición de documentos del sistema de informática de Tesorería Municipal y Sindicatura. Quedaban los escándalos de quien fuera Secretario General, Isidro Ibarra, quedaba pendiente la exigencia de resolver el certera crimen en contra de quien fue su Comandante General en la Dirección de Seguridad y Tránsito Municipal, Manuel Ceseña Cota…pero sobre todo no se encontró la lealtad que juraba y presumía de Víctor Castro hacía quien lo llevó a la alcaldía, Leonel Cota Montaño.

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